La Dimensión Humana




EL PASADO diciembre, describí en esta columna algunos de los procedimientos de prueba que aplicamos a los amplificadores de audio. En el párrafo final, afirmé que la ergonomía o los aspectos de la ingeniería humana del diseño del producto eran un asunto altamente personal y subjetivo, siendo lo mejor dejar que cada individuo lo evaluara por si mismo.

La Ergonomía
Una carta de un lector me informa que estoy equivocado en este punto de vista, y que los procedimientos para evaluar objetivamente los factores humanos en el diseño de productos existen y son de uso común, el señala que the  Human Factor Society (la Sociedad del Factor Humano), cuyos miembros incluyen a más de 5.000 diseñadores, ingenieros y científicos, está dedicada a hacer productos más seguros y más utilizables y a establecer métodos para evaluar esas cualidades.


Francamente, yo desconocía la existencia de la sociedad y de sus logros. Mi propia experiencia con factores ergonómicos aplicados a productos electrónicos data de hace varias décadas atrás, cuando estuve involucrado en el diseño de equipos de prueba de laboratorio, algunos de los cuales fueron comprados por la milicia. Las ventas militares requerían que siguiéramos las especificaciones militares con respecto a la forma, operación y etiquetado de los controles del panel frontal.

Como sucedió, estos requisitos no plantearon dificultades en términos de diseño del producto. Mayormente nosotros solo teníamos que aplicar el sentido común. Por ejemplo, usamos una perilla en forma de lágrima cuyos ajustes angulares eran visibles de una ojeada, y limitamos el número de tamaños y colores de las perillas, generalmente haciéndolos corresponder a la importancia o frecuencia de uso de cada control. En donde fuera posible, agrupamos los controles de acuerdo a su función, minimizando el tiempo perdido buscando un control.

 


 

No todos los controles son giratorios en su operación. Puede haber controles continuamente deslizantes (como esos de muchos ecualizadores de audio), interruptores deslizantes, interruptores de palanca e interruptores de botón. Uno de los requisitos militares era que cualquier operación de control aumentara su efecto (etiquetado), con un movimiento en el sentido de las agujas del reloj, hacia arriba, hacia la derecha o hacia adentro. Por ejemplo, una perilla de control de volumen tendría que incrementar el volumen con una rotación en el sentido de las agujas del reloj (y un control deslizante de volumen tendría que incrementarlo con un movimiento hacia arriba o hacia la derecha). Pero si la perilla estuviera etiquetada como ATENUADOR, una rotación en el sentido de las agujas del reloj tendría que reducir el volumen (eso es, incrementar la atenuación).

 

Hace algún tiempo, cuando la mayoría de los equipos de alta fidelidad para el hogar usaban solo perillas e interruptores de palanca, había pocos problemas operativos. Un control de volumen, un selector de entrada y controles de tono podrían ser entendidos por casi cualquiera. Las cosas son muy diferentes ahora, desde que la mayoría de los controles usan botones. Un usuario ya no puede buscar confiadamente un botón de control en particular; el panel típico de un componente está poblado por una gran cantidad de botones (generalmente) pequeños, muy próximos entre sí, marcados de manera confusa o ilegible y, a menudo, agrupados en arreglos aparentemente aleatorios.


En parte, este estado de cosas resulta del empaquetamiento de múltiples funciones en un solo producto. El receptor de audio/video actual es el producto de consumo más complejo desde el punto de vista operacional, consistinedo en un sintonizador de AM/FM (a menudo con más memorias para estaciones presintonizadas que el número de estaciones al alcance en un lugar determinado), un preamplificador con instalaciones de conmutación para varias señales de audio y video y sus correspondientes reproductores de cintas, Dolby Pro Logic circuitos, tal vez algunos circuitos de procesamiento de señales digitales, y cuatro o cinco amplificadores. Las decenas de mandos que llenan los paneles de estos receptores realizan funciones que antes insospechado no hace mucho tiempo, es casi imposible identificarlos con palabras y el resultado es un flujo de abreviaciones y acrónimos cuyo contenido semántico muchas veces tan obscuro como su visibilidad.